La huelga general en Portugal, la segunda en cuatro meses y la segunda también contra el Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho, elegido en junio, ha paralizado la mayoría de los transportes públicos en las principales ciudades del país. En Lisboa no funciona el metro, que permanecerá cerrado hasta el viernes por la mañana. Los barcos que unen la capital con las localidades ribereñas cercanas son muy escasos. Tampoco funcionan los trenes y los autobuses urbanos lo hacen a medio gas. Lo mismo ocurre en Oporto. Hay escuelas cerradas, sobre todo en enseñanza primaria, y en los hospitales, según informa la prensa portuguesa, hay consultas que se han tenido que aplazar por falta de servicio.
Otras muchas escuelas e institutos funcionan con plena normalidad y por la televisión portuguesa desfilan usuarios que aseguran que han sido atendidos sin retrasos reseñables en consultorios y centros de salud. Las tiendas, los centros comerciales, los bancos y los bares y restaurantes de Lisboa se encuentran abiertos y atendidos como cualquier otro día. El Gobierno anunció que no dará datos del seguimiento del paro. Por su parte, el secretario general de la central sindical convocante del paro (CGTP), Arménio Carlos, ha manifestado que, por ahora, ve “positivo” el seguimiento de la jornada de protesta pero ha aclarado que comprende “las dificultades” de muchos trabajadores para renunciar a un día de sueldo. “Hay muchos que nos lo han dicho de viva voz, que les gustaría hacer huelga pero que no pueden porque no les llega”, añadió.
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