La Operación Retorno se consumó por la Puerta Grande del ampliado Alfredo Di Stéfano. El Castilla ya está de vuelta a casa. Atrás quedaron cinco años de barbecho y frustraciones. El ascenso a la división de plata está cocinado. Y de qué manera. Con una espectacular manita a ese Cádiz animoso de Jose González que ahora tendrá dos balas en la recámara para festejar también el premio del regreso a Segunda. Pero esa será otra historia que dará inicio el próximo fin de semana. Antes, hay que detenerse en estos cachorros blancos que ya rugen con fiereza hasta ganarse un ascenso inmaculado, con números que harían feliz al mismísimo Mourinho, testigo en la pecera de Valdebebas de la gesta de los chavales junto a sus dos hombres de máxima confianza: Karanka y José Ángel Sánchez.
Pero este ascenso, justo y necesario, tiene un padre. Un señor padre, diría yo. José Alberto Toril aterrizó por aquí hace año y medio para enderezar un rumbo que se perdió cuando el inquilino del banquillo era Alejandro Menéndez. Toril puso criterio, coherencia y dibujó un estilo definido. Valiente, directo y atrevido, sin renunciar a una presión defensiva que mete en el saco a todos. Toril, El Cordobés del siglo XXI, seguirá impartiendo magisterio en Segunda, donde veremos a equipazos como el Villarreal (el A) y el Barça B. Morbo.
El Cádiz acompañó con dignidad la fiesta de la cantera madridista, aunque el gol de De Coz (3-1) nos permitió disfrutar de nuevo con el genuino humor de su simpática afición. Eran sólo 250, pero animaron como una legión: "¡Sí se puede, sí se puede! ¡Que bote el Carranza!". Genios y figuras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario